Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

jueves, 7 de noviembre de 2013

EL AMOR DE MARÍA HACÍA NOSOTROS, ES SU SUFRIMIENTO

Al pie de la Cruz, junto a María, a la que el amor y el dolor hicieron Reina de los Mártires, aprendamos el secreto del amor fuerte
El alma más fuerte en el parecer, es la más fuerte en el amor.

Ninguna criatura en el mundo amó ni amará más a Dios que María Santísima y ninguna fue ni será más fuerte que ella en el sufrimiento. Hela al pie de la Cruz. Es Madre y asiste voluntariamente al atroz suplicio del Hijo; ve los clavos hundirse en las carnes, oye los golpes sordos del martillo, ve la cabeza coronada de espinas buscar en vano un instante de reposo en el duro leño, ve alzarse la Cruz y al Hijo colgar suspendido entre la tierra y el cielo, desfigurado por el dolor, sin el más pequeño alivio.

María tiene el corazón traspasado, y con todo, repite su fiat con la misma plenitud con que lo pronunció al anuncio jubiloso de su maternidad, y en el amor encuentra ánimo para ofrecer al Hijo amado por la salvación de sus verdugos. ¿Qué madre podrá emular la fortaleza de la Virgen? Y sin embargo, su sacrificio supera inmensamente el sacrificio de cualquier madre, porque sólo ella puede decir: el Hijo que inmolo es mi Dios.

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