Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 1 de marzo de 2014

PRIMER SÁBADO DE MES (Consagración de entidades)

¡Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre de los hombres! 

¡Oh Corazón Inmaculado de María, Corazón de nuestra Reina y de nuestra Madre! Ved aquí reunidos los que formamos esta [aquí se cita: parroquia, diócesis, provincia, colegio, fábrica, empresa...]; deseosos de mostraros nuestro amor filial y de rendiros el tributo de nuestro vasallaje.

Venimos a ofrendaros todo nuestro ser con alma y cuerpo, potencias y sentidos, nuestra vida con todas sus penas y alegrías, todo cuanto poseemos, todo cuanto somos, todo cuanto amamos.

¡Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre de los hombres! A vuestro Corazón Inmaculado nos consagramos. Recibimos como hijos vuestros. Sea vuestro Corazón nuestro refugio en vida y el camino que nos lleve a Dios.

Haced que reine en esta [...] el espíritu de, vuestra casa de Nazaret: la obediencia y el trabajo, la pureza y la piedad, la paz y el amor hasta el sacrificio.

(Aquí se coloca la imagen o cuadro del Corazón de María en el sitio que se le tiene reservado)

Desde este momento quedáis constituida por Reina y Madre de esta [...]. Vuestra sagrada imagen, ¡oh Corazón Inmaculado!, ocupará un lugar de honor en esta [...], desde donde velaréis por nuestro bien espiritual y temporal, escucharéis nuestras plegarias y nos consolaréis en las penas y tribulaciones de esta vida y particularmente en la hora de nuestra muerte.

Nosotros, por nuestra parte, procuraremos vivir cristianamente, cumpliendo nuestros deberes religiosos para con Dios y de caridad para con el prójimo.

Haced, Señora y Madre nuestra, que junto con vuestro reinado entre en esta [...] el del Sagrado Corazón de Jesús, a fin de que, viviendo sinceramente consagrados a vuestro amor y servicio, merezcamos un día la eterna gloria. Amén.


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