Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

martes, 14 de marzo de 2017

DICHOS DE LOS SANTOS EN ALABANZA DE LA VIRGEN

Yo lo sé, Vos tenéis, en vuestra calidad de Madre del Altísimo, un poder igual a vuestro querer. Por eso mi confianza en Vos no tiene límites

Así como la respiración aporta la prueba de que nuestro cuerpo posee todavía su energía viviente, así vuestro Santísimo Nombre incansablemente pronunciado por la boca de vuestros servidores, en todo tiempo y lugar y de todas maneras, es la gran prueba, y más aún que la prueba, es la causa o motivo de la vida, de la alegría y del socorro de nuestras almas…

Yo lo sé, Vos tenéis, en vuestra calidad de Madre del Altísimo, un poder igual a vuestro querer. Por eso mi confianza en Vos no tiene límites.

Nadie hi sido colmado del conocimiento de Dios más que por Vos, ¡oh Santísima!, nadie ha sido salvado más que por Vos, ¡oh Madre de Dios!, nadie escapa a la servidumbre más que por Vos, que habéis merecido llevar a Dios en vuestras Entrañas Virginales…, gracias a vuestra autoridad maternal sobre Dios mismo, Vos obtenéis misericordia para los criminales más desesperados. Vos no podéis ser desatendida, pues Dios condescendiente en todo y por todo a la voluntad de su verdadera Madre.

No hay nadie, ¡oh Santísima!, que se haya salvado si no es por Vos. Nadie, ¡oh Inmaculada!, se ha librado del mal si no es por Vos. Nadie, ¡oh Purísima!, recibe los dones Divinos si no es por Vos. A nadie, ¡oh Soberana!, la Bondad Divina concede sus gracias si no es por Vos.

San Germán de Constantinopla



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