Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

miércoles, 24 de mayo de 2017

MES DE MAYO, MES DE MARÍA (con el Santo Padre Benedicto XVI)

Santa María, amparo de los hombres

“Mientras Él hablaba estas cosas, aconteció que una mujer entre el gentío, levantando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. Pero Él dijo: Mejor, Bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (S. Lc. 11, 27-28)

Artistas de todas las épocas han pintado y esculpido la santidad de la Madre del Señor adornando iglesias y santuarios. Poetas, escritores y músicos han tributado honor a la Virgen con himnos y cantos litúrgicos. De Oriente a Occidente la Toda Santa es invocada como Madre Celestial, que sostiene al Hijo de Dios en los brazos y bajo cuya protección encuentra amparo toda la humanidad, con la antiquísima oración: ”Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios: no desoigas la oración de tus hijos necesitados; antes bien, líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita”. Y en el Evangelio San Lucas (11, 27-28) describe el cumplimiento de la salvación a través de la Virgen María. Ella, en cuyo seno se hizo pequeño el Todopoderoso, después del anuncio del Ángel, sin vacilación alguna, se dirige de prisa a casa de su parienta Isabel para llevarle al Salvador del mundo. Y, de hecho, “en cuanto oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno… (y) quedó llena de Espíritu Santo” (S. Lc. 1, 45). Las dos mujeres, que esperaban el cumplimiento de las promesas divinas, gustan ya anticipadamente el gozo de la venida del reino de Dios, la alegría de la salvación.

Queridos hermanos y hermanas, confiemos en Aquella que, como afirma mi amado predecesor el Papa Pablo VI, “Asunta al cielo no ha abandonado su misión de intercesión y salvación”. A Ella, guía de los Apóstoles, apoyo de los mártires, luz de los santos, dirigimos nuestra oración, suplicándole que nos acompañe en esta vida terrena, que nos ayude a mirar al cielo y que nos acoja un día junto a su Hijo Jesús.

De las palabras de SS Benedicto XVI en el rezo del Ángelus,
el día 15 de agosto de 2010

 Propuesta de una flor a la Virgen: Reza un misterio del Rosario pidiendo a la Virgen por los sacerdotes con los que te has confesado y te confesarás a lo largo de tu vida


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