Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

viernes, 8 de septiembre de 2017

8 DE SEPTIEMBRE, NACIMIENTO DE NUESTRA SANTA ESPERANZA

La Natividad de la Santísima Virgen María constituye un motivo de alegría universal para la tierra y para el Cielo. En su nacimiento se alegraron Dios, los Ángeles, los Santos y la Iglesia toda

El nacimiento de la Santísima Virgen María, la Mujer predestinada para ser Madre de Dios aparece sobre la tierra con su alma Santa e Inmaculada, con la misma Pureza y Santidad con que salió de las manos de Dios. Y su vida terrena es vida de gracia, no es una vida celestial sino verdaderamente divina. Por eso, la Iglesia, la celebra y a todos nos invita a celebrarla con estas palabras: “Con alegría grande celebramos la Natividad de la Santísima Virgen María, pues su nacimiento ha llenado de gozo el universo mundo”.

Alégrate y corre a felicitar a tu Madre querida, la única que merece ser felicitada en su nacimiento, la única que trae con su vida terrena el germen de la vida de la gracia para sí y para todos los demás.

Es la obra maestra de las manos de Dios. Al ver el Señor, dice el Génesis, las cosas que había creado, le parecieron muy buenas y se gozó en ellas. ¡Cómo, pues, se gozaría al ver a María! Penetra aún más en este pensamiento. Recuerda cómo el hombre pecó y con su pecado toda la creación, y el plan de Dios se trastornó. Ya no podía el Señor mirar con gusto a la tierra; no tenía donde posar sus ojos. Por todas partes se había extendido el reino del pecado.

Pero aparece María y todo cambia. Después de cuatro mil años vuelve Dios a ver hermosa la creación, la tierra los hombres. Ya no se aparta su vista de ellos, con asco y repugnancia. Otra vez ve su imagen perfecta y pura en María y por María contempla restaurada esa imagen en los demás. ¡Qué gozo el de Dios al ver a María en su nacimiento! ¡Qué alegría al contemplarla tan Pura, tan Santa, tan llena de Gracia!




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