Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

viernes, 6 de febrero de 2015

ORACIONES A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA PARA CADA UNO DE LOS DÍAS DE LA SEMANA

VIERNES

¡Oh Madre mía!, me siento además, demasiado obligado a vuestro Hijo; veo que merece un amor infinito
¡Oh María! Vos sois la más noble, la más sublime, la más pura, la más bella, y la más santa de todas las criaturas. ¡Oh, si todos os conociesen, Señora mía, y amasen como merecéis! Empero, me consuela el que tantas almas santas en el cielo y justas en la tierra, vivan enamoradas de vuestra bondad y belleza. Y me alegra, sobre todo, el que Dios os ame más que a todos los hombres y a todos los Ángeles juntos. Reina amabilísima, también yo, miserable, pecador, os amo; pero os amo demasiado poco; quiero para Vos un amor más grande y más tierno, y Vos me lo habéis de alcanzar, ya que el amaros es una gran señal de predestinación y una gracia que Dios concede a los que se salvan. ¡Oh Madre mía!, me siento además, demasiado obligado a vuestro Hijo; veo que merece un amor infinito. Vos, que no deseáis otra cosa que verle amado, me habéis de alcanzar la gracia de un grande amor a Jesucristo. Vos, que conseguís de Dios todo cuanto queréis, alcanzadme esta gracia de permanecer de tal manera ligado a la Divina Voluntad, que jamás me aparte de ella. No busco bienes de la tierra, ni honores, ni riquezas; busco lo que más desea vuestro corazón, amar solamente a Dios. ¿Es posible que no queráis ayudarme en este deseo, que tanto os agrada? No, pues me ayudáis ya y rogáis por mí. Rogad, ¡oh María!, y no dejéis de hacerlo hasta que me veáis en el cielo, donde estaré seguro de poseer y amar para siempre a mi Dios juntamente con Vos, Madre mía amantísima. Así sea.

Tres Avemarías en reparación de las blasfemias contra la Santísima Virgen María.



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